La vasta mayoría de los vicios de la política tienen su primordial origen en la naturaleza excesivamente centralizada de todas las actuales estructuras políticas, desde las partidarias a las estatales.
Ésta propuesta busca comenzar desde las bases y atacar el problema natural de las centralizaciones de los partidos que se origina desde la sola afiliación: todos los referentes de las diferentes zonas, si bien son a quiénes les debiera corresponder la fidelidad de los afiliados, no les corresponde la “propiedad” del grupo afiliado. Si bien dicha propiedad le corresponde al termino amplio de “el Partido”, en la práctica lo que ocurre es que las afiliaciones tienen un efecto centralizador en el hecho de que, si por alguna razón el referente que las produjo deseara desvincularse del Partido (o quisiera negociar con la posibilidad), los afiliados quedan para el partido, y no pueden fácilmente desvincularse del mismo para seguir a su referente hacia un nuevo frente electoral.
Como forma de atacar éste primer fenómeno de centralización natural que se da en las estructuras partidarias es que se propone un sistema de suma de afiliaciones por alianzas y no por afiliación directa a un partido. Es decir: que cada referente (o grupo) pueda afiliar gente localmente detrás de una identidad partidaria propia, la cual luego se “conecte” con la estructura partidaria más grande. La idea sería entonces que las afiliaciones se sumen en conjunto, sin que sea necesario afiliar a la gente directamente a una identidad partidaria única (de coalición, pero nunca central) para que las afiliaciones se sumen, y dándole así entidad jurídica a dicha coalición (ejemplo, sumar las 4000 fichas para poder hacerlo partido). Cada conjunto de afiliados que partan desde su célula con identidad propia puede por tanto comprometerse a formar parte de una identidad partidaria de coalición por un tiempo determinado, o bien puede optar por poder siempre votar libremente en el momento en que se quieran retirar.
Esta descentralización y libertad de conformación tienen la ventaja de no sólo permitir más fácilmente el surgimiento de entidades partidarias nuevas, sino que también le da más seguridad a los grupos que las componen respecto a que se va a respetar su representatividad dentro de la estructura, así como la propiedad de su trabajo y su libertad de iniciativa. Esta seguridad sirve también para evitar el eterno ciclo de referentes usados y desechados (una vez que juntaron las afiliaciones) por fuerzas políticas centrales.